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martes, 18 de noviembre de 2008

Espejito, espejito trágico, ¿Quién es la más emotiva del barrio?




Tras una fría ducha en pleno invierno sale tiritando de la bañera en busca de su albornoz una joven muy delgada y con cicatrices de cortes en los brazos. Se llama Emily y cada cicatriz, el recuerdo de un tormento vivido y sufrido. Contempla sus brazos mutilados ante el espejo, piensa que la vida es una mierda, que nada tiene sentido. Acerca su rostro al espejo, su aliento empaña el cristal y tiernamente dibuja un corazón en el espejo, sonríe, mira el reloj, se tiene que dar prisa es casi la hora de ir al instituto. Recuerda lo que le sucedió el día anterior, las burlas, las agresiones, los incontables dedos que la señalaban por ser diferente y entonces la sonrisa de su cara se desdibuja al mismo tiempo que se desempaña el espejo y contempla una lágrima que recorre su mejilla. Trata de borrar todos los malos pensamientos de la cabeza, quiere acabar con su sufrimiento, pero prometió no volver a cortarse. Suena el timbre, no hay nadie en su casa así que sale corriendo mientras se abrocha el cinturón del albornoz. Abre la puerta, se trataba de un compañero de clase llamado Mario, ella se sorprende, pero no tanto como el chico, pues no se esperaba verla solo con un simple albornoz de terciopelo. Mario un tanto incomodo ante la situación, contempla el camino brillante que habían dejado una lágrima a su paso por la mejilla de la joven. “Creo que no te pillo en buen momento, he estado esperándote un buen rato en la esquina pero como no venias, he decidido venir a por ti. Pero creo que lo mejor será que te deje sola, espero verte en clase.” Secándose las mejillas, más o menos disimuladamente, y arreglándose el pelo con sus finas manos, invito al chaval a sentarse mientras terminaba de vestirse. La relación con Mario era muy buena, si hubiese sido cualquier otro compañero de clase hubiese cerrado la puerta de golpe, pero Mario era diferente, la trataba bien, la respetaba, se podría decir que Mario era el único amigo, no virtual, en el que podía confiar. Mientras el joven se acomodaba en el sillón del salón, ella se apresuraba en arreglarse, para no hacer esperar al chico. La joven se repasaba la línea de los ojos frente al espejo mientras pensaba en que su sufrimiento sería insoportable de no tener a Mario a su lado. Sonreía frente al espejo al recordar la cara de colgado que había puesto el joven al verla con el albornoz y con el pelo mojado. Salio del cuarto de baño, radiante, con una sonrisa en la cara, parecía una muñeca de porcelana. Mario no pudo apartar la mirada, era preciosa, no entendía como una flor tan sensible podía atormentarse de aquella manera.

Cuando llegaron al instituto entendió que aquella muñeca de porcelana era extremadamente frágil. Un grupo de chavales empezó a insultarla. “Bicho raro, que te parece si dejas de cortarte las venas y bienes a pasarlo bien conmigo.” “Con esa cara de putita y esos labios seguro que sabes hacer algo más que quejarte” “Ten en cuenta que es muy difícil quejarte cuando tienes la boca llena.” Tras los comentarios, risas que taladraban la cabeza de la joven y se abrían camino hacía el corazón desgarrándola por dentro. Mario pudo ser testigo de cómo esa flor se marchitaba a causa del dolor. Con la cabeza gacha siguió adelante intentando no mostrar su debilidad, una vez lejos de las burlas las lágrimas salieron inevitablemente a la luz. Mario, se acercó a ella y le acarició el cuello mientras con la otra mano le secaba las lágrimas “Tienes que ser fuerte, no les hagas caso, se merecen una paliza por tratarte así, te aseguro que me hierve la sangre cada vez que se meten contigo.” “Eres imbécil, lárgate, no quiero saber nada de nadie, quiero estar sola” “Pero…” “¡Qué te largues!” La joven se fue corriendo hacia su casa, dejando atrás un camino de lágrimas que duramente chocaban contra el suelo. El chico, con cara de asombro ante la reacción de la joven, siguió su camino hasta el aula pensando que lo mejor sería dejarla sola.

La joven se había ido de su lado para evitar que Mario se pelease con esos indeseables y tuviese que sufrir por su culpa, eso sería algo que ella no soportaría. Justo en la esquina de su casa la joven se topó con un grupo de chicos de unos dieciocho años. Estos empezaron a silbar como quien silva a un perro, haciendo comentarios sobre las pintas y el morbo que la joven despertaba. Comentarios del tipo “Mira que pedazo de emo, a esta le quitaba yo la depresión a base de turrón duro.” “Este tipo de tías solo sirve para follar con ellas, luego siempre andan quejándose y no son más que un coñazo.” Cada palabra era un dardo afilado que se clavaba en el corazón de la joven. Aceleró su paso para llegar lo antes posible a su casa, pero los jóvenes querían más. Se acercaron a ella y empezaron a manosearla, tapándole la boca para que no pudiese gritar. Una vez los chicos habían jugado suficiente con aquella frágil muñeca la tiraron al suelo con desprecio y se rieron de ella. Luego, salieron corriendo. La joven, de tanto llorar, se había tintado las mejillas con el negro de la línea de sus ojos. Hundida, sin nadie que la apoyase al llegar a casa, pues sus padres trabajaban prácticamente todo el día, se dirigió al cuarto de baño para automutilarse. El dolor con dolor muere, pensaba ella. Al principio los cortes eran superficiales, pero poco a poco iba intensificando el daño. El pensamiento de cortarse las venas y despedirse por completo de un mundo que solo la veía como una muñeca rota, apareció en su cabeza. Afortunadamente, recordó a Mario, pensó que no podía suicidarse, que lo mejor sería llamar a Mario. A las cinco y cuarto de la tarde Emily llamó a Mario…

Pensareis que el joven correrá a socorrer a su amiga y le hará comprender que no tiene que sufrir tanto, que tiene que pasar más de lo que digan los demás, que siempre le tendrá a él a su lado. Pero como digo siempre esto no es la Metro Goldwyn Mayer y esto no se llama “Espejito, espejito trágico” en vano. Esto es lo que sucedió:

El joven cogió el teléfono “¿Sí?” “Soy Emily, perdóname por mi comportamiento, soy idiota.” “Un poco sí que lo eres.” “Necesito que vengas a mi casa, necesito ayuda.” Un “¿quien es?” femenino apareció en la charla seguido de la voz del chico “Lo siento, pero ahora mismo no puedo ayudarte, tengo una cosa entre manos, te veré más tarde.” Y sin darle tiempo a contestar, el joven colgó la llamada y apagó su móvil. Emily estaba destrozada, era lo peor que le podía haber pasado, solo el amor de Mario podía mantenerla con vida, pero debía ser fuerte, mientras esperaba a Mario encendió la tele

Ocho de la tarde, Mario está en la puerta de casa Emilyl. En ese momento la madre de Emily aparece y le pregunta al joven si estaba esperando a Emily. El joven responde a la pregunta de la madre mientras esta se saca las llaves para abrir la puerta “Resulta que he tenido una pequeña discusión con su hija y le he traído un regalo para hacer las paces, he tenido que irme hasta la capital para conseguirlo junto con una amiga, espero que le juste.” “Vaya, seguro que le hará mucha ilusión.” respondió la madre mientras abría la puerta. En realidad la explicación del chico era una excusa, el regalo no era para hacer las paces, sino para invitarla a salir con él, pero le daba vergüenza decírselo a su madre. “Emily cariño, ha venido a verte un amigo tuyo y tiene un regalo para ti.” La madre se dirigió a la cocina para descargar la compra, al ver que no obtenía respuesta dijo “Oye, mira a ver si está en el cuarto de baño, se pasa el día allí metida escuchando música con su Mp3 y no me oirá.” El joven fue al cuarto de baño, la puerta estaba cerrada, llamó y al no obtener respuesta abrió la puerta con el regalo en la mano izquierda. La cara de felicidad del joven se rompió en mil pedazos, en el suelo se encontraba el cuerpo desnudo de su amiga, bañado en un charco de sangre, con un profundo corte en la muñeca derecha que sostenía un móvil ensangrentado con un mensaje en la pantalla: “This is the end, beautiful friend. This is the end, my only friend, the end.” El joven pálido y tiritando se sacó su móvil y lo encendió, tenía un mensaje nuevo cuyo texto ya sabeis. Ese mensaje quedó por siempre atrapado detrás de la pantalla de su móvil, del mismo modo en que Emily había quedado atrapada detrás de los prejuicios de la gente. En un mundo rodeado de espejos, nadie esta a salvo de las criticas y las burlas si tu reflejo es diferente al del resto de personas. Ser diferente en un mundo de clones significa estar condenada a vivir tras un espejo.

1 comentario:

Ácrata dijo...

Desgraciadamente hay mucha gente corta que está convencida que quien vista o se comporte diferente ya un bicho raro y será criticado sólo por dejarse ser él mismo.
Esta sociedad está llena de departamentos de estilos distintos y cada uno es un rebaño de ovejas, tooodos van iguales.
Yo creo que quien no sepa, ni quiera meterse en un grupo específico será realmente el que tiene personalidad.

Pd. El texto, muy bonito:)
En fin, gracias y hasta otra!

Un beso.