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jueves, 20 de noviembre de 2008

Drogadictos de bandera.



La polémica vuelve a este a blog y bienvenida sea. Hay cosas en las que todo ciudadano nunca debería meterse, pero este lobo viejo no se anda con temores de perros, así que allá vamos.


Hoy escuché la frase “Soy paracaidista del ejercito y cuando salgo de mi país llevo con orgullo la bandera de España (se golpea fuertemente el hombro) pero cuando estoy en España tengo que esconderla y eso es una vergüenza.” ¿Vergüenza? Vergüenza debería darle a ese señor ser tan cobarde. ¿Cobarde? Sí, por tener que sentirse arropado por un trozo de tela, por tener que sentirse arropado del resto de patriotas. No me extraña, han sembrado un odio que todavía sigue latente con la creación de su bandera, tienen miedo y por eso se esconden tras ella. “Mi país”. Este señor califica como suyo algo que no le pertenece, eso es muy egoísta. ¿Egoísta? Sí, por desgracia defender una bandera es defender la patria y la patria no es más que un egoísmo colectivo. Primero, este país no es solo tuyo. Segundo, no debería ser de nadie. Las banderas han segmentado el mundo en infinidad de trozos. Cada división del planeta provocaba una herida, una guerra, que provocaba sangre. Esa sangre era limpiada con las banderas. Los ejércitos luchaban por su bandera, luchaban por su propio país, por ellos mismos. Sesgaban territorios, abrían heridas y las cicatrizaban con fronteras, por miedo a que les devolviesen el golpe. De este modo el planeta se llenó de cicatrices y de banderas. Cada cicatriz una frontera que impide que dos trozos de tierra se aunen. Pensareis que algunas cicatrices han llegado a desaparecer, pero… La bandera de la Unión Europea, no es más que una gasa que oculta las múltiples heridas que se esconden tras ella. Es por eso que no soporto que haya gente que adore un trozo de tela manchada de sangre. Me niego a llamarme patriota, yo no amaré jamás algo surgido de la avaricia y el egoísmo. Nunca creeré en nada que induzca poder a sus seguidores, porque ese poder es el que ha llevado a la división y aislamiento del mundo. No, no pienso probar tu droga, no quiero tener que meterme un chute de patriotismo cada día para poder ser persona. Tú, drogodependiente de bandera, tú eres el que no soporta ver como entran extranjeros en tu patria. Porque ellos te roban tu dosis. Tienes miedo de que tu droga desaparezca, tienes miedo de que se curen las cicatrices y la sangre de la vida pueda llegar a todas partes y no quedarse estancada en tu patria. No eres más que cualquier drogodependiente, un cobarde que no sabe buscarle sentido a la vida.

P.D: No estoy en contra de los que adoran su patria de un modo moderado, pero sí estoy en contra de esos fanáticos que se alteran de un modo irracional cuando alguien les toca el tema. Algunas drogas no son malas si se toman con moderación, pero de ahí a depender de ellas...

1 comentario:

Ácrata dijo...

Todo extremismo es malo.
Buen texto, para no perder la costumbre :)
Y he sentido algo parecido a pena por el pobre Dios cuando he leído el anterior.

Un beso.