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miércoles, 19 de noviembre de 2008

Condenado a muerte recorre la milla verde...



Estas son las confesiones de un inmortal, condenado a recorrer la milla verde eternamente:


He tenido que ver morir a mis seres queridos, mi hijo, mis amigos y tú, tú también morirás y mi maldición es que estaré allí para verlo. Mi milla verde es interminable, condenado a seguir caminando eternamente sin que la muerte llegue, pero viendo y escuchando el dolor y sufrimiento de mis compañeros de celda cuando terminan de recorrer su milla verde. Soy el único que desea la muerte. Mi alma está ansiosa de morir y no hay quien la calle. Tengo envidia de la gente. Aprovecháis cada segundo de la vida como si fuera el último, estáis vivos. Yo... En mi vida no existen los segundos, ni las horas, ni los milenios, soy eterno, estoy muerto. No hay peor condena que vivir eternamente estando muerto, sin nada que te motive, viendo el ciclo de la vida renovarse una y otra vez, dinámico y vivo. En cambio yo, aquí estoy sin nada que hacer, sin ninguna aspiración, sin ninguna meta. No tenéis ni idea de lo que significa vivir eternamente, vosotros lo tenéis como un sueño, pero yo lo tengo como mi peor pesadilla. En cambio vivís vuestras vidas como si fuesen una pesadilla y para mi tener una vida sería más que un sueño. Supongo que cada uno desea lo que no tiene. Os escribo esta carta, porque estoy harto de ver como, últimamente, no hacéis más que quejaros sobre lo dura que es la vida. No sabéis lo que tenéis entre manos. Ni siquiera os detenéis a pensar en lo afortunados que sois de poder vivir, malgastáis vuestro tiempo quejándoos de los problemas en lugar de solucionarlos para poder vivir al máximo y aprovechar cada instante de vuestras insignificantes vidas. Os quejáis de los problemas, las crisis, los baches que os trae la vida. Pero esas dificultades son las que os mantienen vivos, lucháis por superarlos, por vivir más y mejor. A mi las crisis no me afectan. No como, no duermo, no vivo, no muero, estoy muerto, no se ni lo que soy. No sientas pena por mí, aun no he muerto, porque aun no se lo que es vivir. Tú te irás, como todos los demás, yo tendré que quedarme. Pienso en todas las personas a las que he querido y ya se han ido. Pero un pensamiento más fuerte que cualquier otro me acompaña en mi eterna condena ¿Cuánto tiempo me quedará a mí? A todos nos llega la muerte, no hay excepciones, pero, oh cielos, mi milla verde parece interminable... Firmado: Dios.

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